Santiago de los Caballeros, la segunda ciudad en importancia de la República Dominicana, enfrenta una crisis creciente en su sistema vial. En los últimos meses, el caos, la intolerancia y la falta de respeto a las normas de tránsito se han convertido en la norma en calles y avenidas principales, afectando la movilidad y poniendo en peligro la seguridad de conductores y peatones.
No importa la hora del día o si se trata de horas pico o no, el irrespeto a las señales de tránsito es evidente. Choferes de carros de concho, conductores de vehículos privados, tráileres y camiones de carga transitan sin acatar las normativas viales, ignorando semáforos en rojo y desafiando la autoridad de los agentes de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT).
A este desorden se suman los motociclistas de servicio y motoconchistas, quienes, en su afán de llegar más rápido a su destino, circulan en sentido contrario, suben a las aceras y ponen en riesgo la integridad de transeúntes. La imprudencia de estos conductores ha sido señalada en múltiples ocasiones como una de las principales causas de accidentes en la ciudad.
La falta de control y la aparente ineficacia de las autoridades para hacer cumplir la ley han generado gran indignación entre la población. A pesar de las promesas de que la situación mejorará, el desorden persiste, y cada día las calles de Santiago se vuelven más caóticas.
Es urgente que, además de los organismos responsables como el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT) y la DIGESETT, se implemente un liderazgo más especializado en la materia. La ciudadanía exige acciones concretas y efectivas para restaurar el orden vial y garantizar una circulación más segura en las calles, avenidas y carreteras de la provincia y ciudad de Santiago.
