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Y fueron los Premios Soberano


Por María Luisa Estévez

Comentamos asumiendo que ustedes vieron la celebración número 38 de Premios Soberano. Si no, pueden buscarlo, ya saben dónde, allá arriba, en la gran red, a disponibilidad de la aldea global. Aquí algunas misceláneas que resaltan sus luces continuas y sus aportes, igual de positivos, que de casi abstractos.

Entre los innumerables buenos aspectos, tenemos: Ciento de artistas en escena, invitados internacionales, proyección para el país, retroalimentación artística y cultural, fuente de empleos en el sector, renovación de vigencias de talento, fortalecimiento y diversificación de nuestros aspectos socios culturales; fortalecimientos de vínculos de identidad nacional, e inter cambio inter generacional.

Muchos jóvenes en esta versión, en el país y fuera, fueron espectadores activos, y estaban contactando generaciones y ritmos clásicos, nuevos para ellos, eso ya tiene un valor y significado prometedor para nuestra cultura. Obvio, queda la estela de los ganadores y de los perdedores, de los olvidados, ignorados y vencidos; de los enemigos; de los críticos, pues después de, es para sabrosearlo, ya que nos gusta el cuchicheo.

Una de las notas que, como elemento preventivo, y toma de consciencia queda libre de exploración es el alcance del estrés que puede generar la participación y convertirse, o exacerbar la condición subyacente, y que como enfermedad es un elemento que puede causar a una persona literalmente un desplome al piso, como lo ocurrido con el presentador de televisión de Santiago, Alberto Crespo.

Hasta los que estaban fuera de libretos aportaron al show, como el influencer y presentador de Univisión Jomari Goyso, quien a propósito del tema de Ana Bárbara, que quiso introducir Julio Zabala, le flaqueó. Su respuesta impactó tanto al imitador inimitable, que se quedó nublado, y hasta necesitó de algunos segundos para recomponerse.

La gente se quedó esperando a Rochy RD, sobre todo los más jóvenes, eso es bueno. Y lo vieron, todo recogido, bien portado, en familia, ¡con sus hijos! Hasta el cantautor Alá Jazá, horas antes emitió noticias, informando que ha cobrado cabeza y se portará bien de ahora en más. ¡Chévere ahí Alá!

Y, en otro orden, las emociones suscitadas por Premios Soberano sacan a relucir inestabilidades mentales de muchas figuras, reconocidas además de por su talento, por su personalidad conflictiva e inestable. Eso es bueno, que abren sus emociones, no vayan a caer en crisis y neurosis, nadie quiere eso tampoco. Ahí también funciona Premios Soberano como vía para catarsis, o como: “El 911 de tu emergencia”.

Ehh, no es que normalicemos los “huevos”

Es que al fin y al cabo es cuestión de preferencias y de percepciones, ya que no hay parámetros estandarizados para medir los números de los artistas nominados, tampoco esto está oficializado, y de hecho, casi siempre es interesado cuando aparecen registrados y emitidos.

Está sujeto a las experiencias personales e institucionales. Todo depende los valores que se escojan para hacer la medición, y estos están relacionados a las normas particulares, y a lo que se quiera o se seleccione destacar. Aunque se dice que lo que es de todos, no tiene dueño. Premios Soberano, por ser una marca país, es de todos; pero, no deja de ser una fiesta privada y tiene firma.

Julio Sabala: ¿“El cordero sacrificado”?

Aquietémonos, a pesar de todo, aún queda la percepción de saber que ahí, en ese monstruoso escenario de Premios Soberano, solo suben los más trascendentes. Eso es lo importante. Estábamos fuera de forma, ¡sí! – ¡Casi todos; excepto Pamela Sued! ¿¡Y…!?

Surgen temas con Premios Soberano, nos reúne con amigos y familia, nos convoca a dejar las obligaciones de lado, por espacio de tres horas, a relajarnos y a disfrutar de los talentos que Dios nos dio. Obliga a ejercer aspectos que nos humanizan, como el diálogo, la crítica, la crónica, la risa; en medio, y quizás a costa de quienes se estresan y exponen, el gran público se relaja. Eso es bueno.

Rumbo a la tercera década del siglo XXI, hoy día más que nunca, el mundo es un auténtico cambalache; todo es parte del show. Para nosotros significa que vendrán tiempos mejores para todos. Incluso, obvio, para Julio Sabala y para El Chaval de la Bachata.

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