DAJABON, República Dominicana.- “¡Anota, Flora!” fue por décadas una de las expresiones más icónicas del narrador deportivo Rafael “Papi” Pimentel, leyenda de la crónica beisbolera de las Águilas Cibaeñas. La frase, que usaba para describir con entusiasmo jonrones y extrabases, ha quedado grabada en la memoria popular por su fuerza, emoción y sentido de alerta.
Hoy, esa expresión resuena fuera del diamante, como metáfora de un hecho preocupante que se repite en la frontera domínico-haitiana: la agresión de grupos de haitianos ilegales contra miembros del Ejército Dominicano. En esta ocasión, el escenario fue la comunidad de Sanché, en Dajabón, donde más de un centenar de ciudadanos haitianos intentaron ingresar al país de manera irregular y, al ser interceptados, respondieron con violencia.
Según fuentes militares, los soldados fueron agredidos con piedras, palos y machetes, lo que obligó a los uniformados a repeler el ataque con disparos. Como resultado, cuatro de los extranjeros resultaron heridos (dos con heridas de bala y traumas diversos, otro con laceración en la ingle izquierda y un cuarto con herida corto punzante) y fueron trasladados al Hospital Ramón Matías Mella, en Dajabón.
Durante el enfrentamiento, varios lograron escapar, pero las autoridades lograron detener a seis hombres, seis mujeres y un menor de edad. En el operativo se incautó un machete en posesión de uno de los detenidos.
Este nuevo episodio pone de relieve la tensión creciente en la zona fronteriza y la necesidad urgente de fortalecer los mecanismos de control, disuasión y respeto mutuo. La frontera es territorio nacional y su resguardo es un deber de soberanía. Como decía “Papi” Pimentel en cada jugada decisiva: ¡Anota, Flora!, porque lo que está ocurriendo merece atención inmediata y respuestas firmes.
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