Entre lágrimas, el actor le pidió perdón por «sus ausencias prolongadas”.
Durante su mensaje, Banderas no olvidó su paso por Hollywood ni a sus «amigos hispanoamericanos», como tampoco a la gente del cine que hoy le escuchaba expectante. (AP)
MADRID.- Antonio Banderas, ganador del Goya de Honor 2015, dedicó su premio a su hija Stella del Carmen, a la que pidió perdón por «sus ausencias prolongadas y sus compromisos profesionales», con la voz quebrada y lágrimas en los ojos.
«Se lo dedico a quien quizás haya sufrido mi pasión por el cine. La persona de la que me perdí los mejores planos, las mejores secuencias y que sin embargo ha sido mi mejor producción: te dedico este premio pidiéndote perdón a ti, Stella del Carmen, hija mía».
El actor, cantante, director y productor de cine, que recibió el galardón (y un enorme abrazo) de su amigo y maestro Pedro Almodóvar, aseguró que ahora, justo después de recibir este premio, «empieza la segunda parte del partido de su vida».
Banderas, impecablemente vestido de esmoquin clásico, fue recibido con un montaje de vídeo en el que, a ritmo de las músicas que han marcado su carrera internacional, de «Mariachi» a «Los reyes del mambo», fueron desgranando cientos de besos que han traspasado el corazón de miles de espectadores.
Escenas de dolor, de sexo, mordiscos de vampiro y disparos de policía, de forajido, de espía intrépido y hasta de psicópata enamorado que todos recordaron; se le ha visto desnudo en la famosa escena de la ducha en «Two Much» y ensangrentado en brazos de Victoria Abril mientras trataba de averiguar quién era.
«Todo lo que tengo se lo debo a mi profesión, a la que preferiría denominar vocación, pero mucho más importante que esto lo que realmente le debo no es lo que tengo, sino lo que soy. La vida, como una aventura, o mejor, como un juego».
«Soy todos esos ojos con los que me he cruzado, esas bocas, esas almas que me acompañaron hasta donde hoy estoy y me marcaron un camino; eso soy yo y de alguna manera yo también soy ellos», enumeraba un cada vez más emocionado Banderas.
Tras recordar cómo dejó atrás a sus padres un día de 1980, ellos esperando que le volviera la cordura y él sin poder complacerles porque el motor que le impulsaba «era el corazón y no la razón», y explicó que se prometió «que nunca volvería a Málaga (sur de España) con las manos vacías».
«Si miro para atrás me veo viejo, pero si miro adelante me siento joven», dijo el actor, arrancando un nuevo aplauso del público.
Denunció que «la mediocridad se ha convertido en el mayor negocio de nuestro siglo», que la profesión «siempre ha vivido en crisis» y que «el caos debe ser el mejor aliado del artista».
«Ahora -dijo Banderas- me he dado cuenta de por qué elegí este camino y por qué subí a aquel tren: porque sabía que era el mejor camino».
No olvidó su paso por Hollywood ni a sus «amigos hispanoamericanos», como tampoco a la gente del cine que hoy le escuchaba expectante.
Hoy, dijo, «se concentra aquí un número importante de gente joven que, aparte de tener gran talento, han sabido rápidamente adquirir un compromiso y una responsabilidad para con ustedes, el público, el que reclama un espíritu crítico que les haga ser mejores (…).
«Reclamo para ellos el cariño que les haga sentir que su esfuerzo no cae en saco roto, que merece la pena esforzarse para representar a nuestra cinematografía tanto dentro como fuera de nuestras fronteras», continuó Banderas.
Y concluyó: «Tienen que creerme que cada vez que terminaba un plano, una secuencia, una película, mi mente estaba puesta en España, no en Arizona, no en Cleveland, no en Ohio, no -afirmó Banderas, interrumpido por una salva de aplausos-. Para mi lo importante era saber cómo se vería ese trabajo en mi tierra, en Málaga y para ahondar aún más, en mi barrio».