El Principito se preguntaba por qué la gente amaba tanto a las estrellas, así que decidió hacerse cargo de ellas. Cada noche, observaba el cielo y cuando encontraba una estrella que le gustaba, la dibujaba en su pequeño cuaderno. Luego, le ponía un nombre y la cuidaba con mucho cariño.» Antoine de Saint-Exupéry


A través del apreciado artista, amigo de tantos años, Luis Eduardo Peralta me enteré del fallecimiento de Fátima de Córdoba, astróloga, maquillista de bellos ojos y figura esbelta.
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La conocí muchísimos años atrás a través de la inolvidable Anyolina Riggio, en aquellos tiempos, administradora del legendario Hotel Mercedes. En esa época de esplendor de Anyolina, siempre elegante y fresca, con olor a flores, piel y maquillaje impecable, siempre se hacían las historias de que Fátima pasaba vendiendo unos bocadillos frente al hotel y Anyolina le invitó a entrar. Desde entonces cultivaron una gran amistad. Después tenía amistad con Ucha Comas, astrologas las dos. Anyolina le ayudó a encaminarse por el camino que su alma buscaba desde hacía tiempo.
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Fátima se inició como maquillista, trabajó para la televisión y también en desfiles de moda, con reinas de belleza, en carnavales, fiestas y actividades que requerían de una verdadera artista del maquillaje. Siempre recuerdo que Miguel Jimenez confiaba en ella para sus caracterizaciones de carnaval, logrando siempre una excelente representación, obra y talento de la Fastiti. A la de Córdoba había que sacarle su comida a parte en cuestión de maquillaje y de precisión y excelencia a la hora de maquillar.
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En aquella época tan difícil para su condición, de tantos silencios y tanto cumplimiento y tanto prejuicio, tuvo el atrevimiento y el coraje de ser ella. Fátima había creado un personaje y había salido al foco social, con la frente en alto, asumiéndose como «Fátima de Córdoba» y lo mantuvo hasta su muerte. A ella le salvó la lectura, su interés siempre de leer y aprender, no solo de los libros, siempre escuchó con atención a personas que tenían mucha ilustración y conocimientos.
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La Astrología vino después. Muchos estudios, mucha lectura, muchos cálculos matemáticos, mucha investigación, Era una lectora voraz que conocía todos los grimorios, todos los libros y material instructivo de Astrología, recibía revistas de sociedades esotéricas radicadas en Los Ángeles y otras ciudades y vivía leyendo. Intérprete del Tarot, siempre teníamos tiempo para conversar sobre piedras, literatura esotérica, movimientos de los astros y las estrellas, rituales, mitos de dioses, ciclos lunares y esos temas que me apasionan a mi, igual que a ella también. Cuando tenía su consultorio en el Hotel Matum y yo trabajaba en Teleuniverso, Canal 29, siempre había espacio para intercambiar conocimientos e impresiones. Hizo programas de radio, después vino la televisión, con Claudio Concepción, con Bélgica Suarez, a quien ella llamaba «Belgic». El segmento en el programa «Las Noches con Bélgica», en el que la Suarez le daba paso a la «Chica Fátima» siempre fue muy esperado por los televidentes.
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También hubo gente que se aprovechó de su bondad, pero ella estuvo siempre por encima de eso…
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De voz calmada, modales elegantes, su presencia hablaba de coraje y valentía, de superación personal, redimiéndose mediante la lectura y el conocimiento.
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Ojalá que la familia valore lo que ella fue y que toda esa literatura esotérica que atesoró la Fátima caiga en buenas manos o la conserven, no vaya a quedar en el olvido.
*** Cuando vea alguna literatura esotérica, o cuando vea hacia las estrellas siempre te recordaré, chica Fátima…


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