“Cuba no va a cambiar mientras existan los Castro”, aseguró la líder de las Damas de Blanco.
A su entender, la nueva relación permitirá al gobierno de Castro seguir el camino de China y Vietnam, que mejoró la economía sin conceder grandes derechos ciudadanos a su población.
LA HABANA — El presidente Barack Obama dijo al mundo hace unos días que restablecer los nexos diplomáticos con Cuba era la mejor manera de apoyar a las personas que propugnan por mayores libertades en la isla.
Menos de dos semanas después del anuncio, la distención en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos ha puesto de cabeza a la sociedad civil que Obama espera fortalecer. La posibilidad de que los antiguos adversarios de la Guerra Fría formen vínculos parece estar sacudiendo a los disidentes de línea dura, a la vez que entusiasma a los reformistas más moderados que quieren presionar al presidente Raúl Castro para que otorgue gradualmente más apertura a la ciudadanía.
Los disidentes tradicionales aseguran que se sienten traicionados por una nueva política estadounidense que busca negociar con un gobierno al que tanto Washington como opositores respaldados por Estados Unidos trataron de debilitar durante décadas.
A su entender, la distensión permitirá al gobierno de Castro seguir el camino de China y Vietnam, que mejoró la economía sin conceder grandes derechos ciudadanos a su población.
«Se ha equivocado el presidente Obama», dijo Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, el grupo disidente más conocido de la isla en el exterior. «Cuba no va a cambiar mientras existan los Castro. Va a haber cambios favorables para el gobierno de Cuba pero no para el pueblo».
Los moderados explican que el nuevo equilibrio de poder dentro del pequeño y fraccionado mundo de la oposición cubana producirá cambios políticos al ofrecer a Castro un tipo de relación que es difícil de rechazar: una apertura más controlada y negociada cuyo fin es evitar la clase de transición desordenada que marcó a la antigua Unión Soviética y, más recientemente, a los países de la Primavera Árabe.
«La desestabilización, el desorden, la anarquía, eso nunca ha formado parte de la agenda en la mente de los cubanos, y quien tenga esa agenda no creo que logre tener espacio», dijo Eliezer Ávila, un ingeniero informático de 29 años que dirige Somos Más, un pequeño grupo opositor formado hace un año para impulsar reformas económicas y la pluralidad política.
Lo que no se sabe es si el gobierno cubano se relacionará con los miembros de la sociedad civil más moderados y recién vigorizados, o continuará limitando severamente la libertad de expresión, de asamblea y de asociación, al considerarlas amenazas para el sistema unipartidista del país.
En su discurso el 20 de diciembre ante la Asamblea Nacional, el Parlamento, el presidente Raúl Castro aseguró que una mejora en las relaciones con Estados Unidos no cambiará el modelo cubano socialista.
Una gran prueba se dará en abril en Panamá durante la Cumbre de las Américas, una conferencia de líderes del Hemisferio Occidental en la que se prevé que Obama y Castro se reúnan. Se organizará un foro con figuras de la sociedad civil dentro de Cuba, y es probable que dé lugar a debate entre Estados Unidos y Cuba, y entre reformistas de la isla.