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Tatico, Ñico y la verdad de Almánzar


En la vieja casa del saber de Santiago que es el Ateneo Amantes de la Luz, donde las palabras se posan con respeto sobre la historia, tuvo lugar recientemente una conferencia que merece más que una mención de agenda cultural: fue un acto de reivindicación, de justicia musical y de reafirmación de identidad.

El maestro Rafael Almánzar Mármol, a quien consideramos voz autorizada y custodio celoso de la memoria musical dominicana, ofreció una ponencia titulada “Temas musicales grabados por el maestro Tatico Henríquez que no pertenecen a su autoría”. El título, en apariencia técnico, encierra una verdad tan profunda como necesaria: buena parte del repertorio que inmortalizó Tatico Henríquez, ese coloso del merengue típico, tiene raíces en la obra de otros compositores, muchos de ellos igualmente legendarios, pero menos visibilizados.

Almánzar fue claro y justo: “Muchos de esos temas fueron autoría de Ñico Lora, quien fue un gran genio”. Y con esa sola frase, al mismo tiempo respetuosa y reveladora, lanzó una luz sobre la sombra que a veces se cierne sobre los créditos en la música vernácula. Lejos de menoscabar la grandeza de Tatico, esta afirmación coloca las cosas en su sitio: resalta su genio interpretativo, sin borrar el aporte de quienes le antecedieron en la creación.

Lo que allí ocurrió no fue solo una conferencia. Fue una clase magistral de historia y sensibilidad. Fue también una llamada de atención sobre la importancia de documentar, de nombrar, de honrar a quienes, como Ñico Lora y tantos otros, sembraron las notas que luego otros cosecharon con fama.

El valor de esta tertulia cultural no radica únicamente en el tema tratado, sino en la forma en que el Ateneo Amantes de la Luz, que preside el periodista y escritor don Carlos Manuel Estrella, institución con más de siglo y medio de vigilia intelectual, sigue promoviendo espacios donde se piensa, se cuestiona y se celebra lo auténticamente nuestro.

En tiempos de ruidos sin raíz y éxitos efímeros, escuchar hablar de Tatico, de Ñico, de Lupe Valerio, de Papá Ñico, de los grandes forjadores del merengue de tierra adentro, nos reconcilia con lo que somos. Nos recuerda que hay una historia que contar, una identidad que defender y una música que no debe perderse en el olvido ni en la distorsión de los créditos.

La gratitud del maestro Almánzar hacia todos los que hacen posible estas tertulias, desde instituciones hasta individuos humildes, es también una lección: la cultura no se sostiene sola. Se construye con esfuerzo colectivo, con pasión y con compromiso.

Ojalá más espacios sigan esta senda. Ojalá más voces como la de Rafael Almánzar Mármol sigan escarbando en la tierra fértil de nuestra música, no para levantar polvo, sino para descubrir raíces.

Porque reconocer a Ñico no es quitarle nada a Tatico. Es, al contrario, dignificar aún más su legado, al mostrar de dónde bebió el manantial de su grandeza.

Al concluir su ponencia, el maestro Almánzar expresó su agradecimiento al Ateneo Amantes de la Luz y a su consejo directivo, “por ser cómplices de mis propuestas”. Asimismo, agradeció a la Asociación de Locutores de Santiago y a su presidenta, la señora Águeda Alejo; al equipo de acción rápida de la cultura de Casa de Arte, Inc.; y al periodista José Armando Toribio, “por su desprendimiento de tiempo a la causa de la difusión de estas ponencias”.

Finalmente, reconoció el respaldo de la Fundación Papá Ñico y su membresía, así como la presencia y solidaridad constante del maestro del acordeón Lupe Valerio.

cariberdradio.com

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