Los blancos sufren para ganar al Maccabi en su casa con un Sergio Rodríguez fabuloso que decidió en el último cuarto
Las heridas en el Nokia Center aún eran evidentes. Aunque el calor del público trataba de esconderlas, la derrota ante el Hapoel -una de las más abultadas de su historia- el pasado fin de semana aún escocía. Y mucho. Quizá por eso, la visita del Real Madrid se presentaba balsámica para el conjunto de David Blatt, llamado a luchar por todo al principio de temporada y que a estas alturas aún no sabe si podrá lucir entre los ocho mejores de Europa.
Ante el Real Madrid, la declaración de intenciones era clara y tardó apenas unos segundos en hacerse evidente. El primer balón acabó ya en manos de Schortsanitis, cuya presencia intimidatoria siempre ha puesto en problemas a los blancos. Esta vez, de tanto insistir, el pívot griego se quedó con las ganas de hacer el habitual agujero en la zona del Madrid, donde las ayudas se multiplicaron para dificultar el juego del jugador del Maccabi.
Mientras él lo intentaba una y otra vez, Mirotic iba abriendo la brecha en el marcador. Una, dos, tres canastas. De lejos y de cerca. A tablero y limpias. Todo valía y todo le salía bien. Imparable el montenegrino (10-16, min. 7), Blatt pidió tiempo muerto para templar los ánimos y encontró en Hickman el asidero al que encomendarse para iniciar la remontada.
Entre él y Devin Smith se las apañaron para poner contra las cuerdas al Real Madrid, auxiliado en el segundo cuarto por un Sergio Rodríguez preciso en ataque (14 puntos en la primera mitad), aunque sin el fuelle necesario para frenar a Hickman en defensa. En el intercambio de canastas, el duelo se fue al descanso equilibrado (43-40).
Empeñado en ganar el partido desde el triple (llegó a acumular un 2 de 18 desde esa distancia el Maccabi), los locales comenzaron a diluirse huérfanos del tiro exterior y de la presencia en la zona de «Big Sofo». Sin sus dos armas favoritas, el Real Madrid empezó a amasar una ventaja importante (51-60, min. 29) con Bourousis encendido, pero tres triples consecutivos de Devin Smith -el último estratosférico sobre la bocina y desde su propia canasta- permitieron al Maccabi llegar al último cuarto con opciones.
Esa acción despistó a los blancos, que encajaron un 8-0 de salida que volvió a dar la iniciativa a los amarillos (65-62, min. 33). Un triple de Mirotic igualó el choque con cinco minutos por jugarse. Con el «Chacho» de nuevo en pista, el Real Madrid fue otro. El base canario anotó siete tiros libres consecutivos y regaló dos asistencias para cerrar un partido en el que el Maccabi nunca se dio por vencido. De hecho, Tyus tuvo un tiro libre que podía haber forzado la prórroga, pero no era el día del Maccabi, que aún deberá luchar para estar en cuartos de final mientras que el Real Madrid ya sabe que estará ahí y que lo hará con la ventaja de jugar en el Palacio el partido decisivo.