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Prostituta gana demanda por acoso sexual en Nueva Zelanda


NUEVA ZELANDA.- Una prostituta ganó un juicio por acoso sexual en Nueva Zelanda contra el gerente del burdel donde trabajaba, lo que ha sido calificado como un hito judicial para las trabajadoras del sexo, informaron hoy los medios locales.

Las prostitutas son mal vistas en la sociedad, como si ellas fueran parte de otro mundo.

Las prostitutas son mal vistas en la sociedad, como si ellas fueran parte de otro mundo.

El tribunal ordenó una compensación de unos $20,000 para la víctima, de la que no trascendió el nombre, por el daño psicológico que padeció a causa de la intimidación por parte del gerente Aaron Montgomery.

La víctima explicó durante el juicio que el acoso ocurrió mientras trabajaba en un prostíbulo, propiedad de la esposa de Montgomery, entre 2009 y 2010 en Wellington.

En su declaración, la trabajadora del sexo afirmó que Montgomery le hacía comentarios sobre su cuerpo y le contaba cómo le gustaba mantener relaciones sexuales con otras chicas del burdel.

Un día en el que la acompañó hasta su casa en coche, el gerente le comentó que iba a acabar con su «tranquilidad», lo que ella consideró una amenaza con el objetivo de amedrentarla y acabar con su autoestima.

También la amonestaba a menudo por vivir con otras prostitutas, ya que no quería que socializaran fuera del burdel, y hablarles del Colectivo de Prostitutas de Nueva Zelanda (CPNZ), una organización dedicada a proteger los derechos del gremio.

La prostituta cayó en una depresión que se manifestó con la pérdida del apetito y el abuso del alcohol.

«Su autodenominado papel como protector de las trabajadoras del sexo le llevó a convertirse en explotador, pensando que su sexo, tamaño y papel de gerente le daba licencia para hacer lo que deseara y comportarse como quisiera», señaló el tribunal.

Catherine Healy, coordinadora nacional del CPNZ, dijo que la sentencia ha sido posible gracias a la ley que hace 11 años descriminalizó la prostitución y otorgó derechos a las trabajadoras del sexo.

«Creo que manda un mensaje sólido a los que trabajan en burdeles, que las trabajadoras del sexo tienen derechos y pueden ejercerlos», aseveró Healy, quien destacó el «coraje» de la víctima por denunciar al gerente.

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