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Susana Silfa: La música es su vida


Le angustia cuando la llaman profesora, porque cree que ese título puede encasillar en los medios y, en ocasiones, le impide sacar a flote su parte extrovertida.
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Por César David Arias
Especial para LISTÍN DIARIO
SANTO DOMINGO.- En su infancia la profesora Susana Silfa se subía muy alto a los árboles y desde allí soñaba que estaba en un gran escenario. “Las demás plantas eran el público; si se movían, sentía que me estaban aplaudiendo, y si me entraba un rayo de sol, decía que eran las luces”. 

Esta mujer luchadora inicia cantando a los catorce años, de la mano del músico Guillo Carías, en el programa 3×3 conducido por Freddy Beras Goico, Cecilia García y Cuquín Victoria, hasta pasar a ser cantante de planta en el hotel Hispaniola, y en fiestas en las que contrataban los servicios musicales del maestro Carías.

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Susana Silfa

Ella le recomienda siempre a sus alumnos y a los que desean destacarse en el canto -porque vivió esta realidad- trabajar en algún hotel o piano bar, porque es allí donde se aprende a conocer la psicología del público. 

A esa edad estudiaba en el Conservatorio Nacional de Música, donde tomaba clases de arpa con Mirla Salazar, Lectura Musical con Sonia Piña, y  Canto con el maestro Sánchez Cestero.  Tres años fueron suficientes para entender que debía abandonar esta institución.

Susana confiesa que no sueña a largo plazo. Pero acecha, como el águila a su presa, las oportunidades que trae sobre sus hombros el diario vivir.

Al culminar el bachillerato, se matricula en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) para estudiar publicidad, carrera que no terminó porque se perdieron sus calificaciones durante el huracán David, en 1979. Nunca hubiese aceptado el trato de comenzar de nuevo.

Su tía, en esos años administradora del Centro Médico Nacional, actual Centro Médico UCE, solicitó su ayuda para deshacer el caos que provocó el fenómeno atmosférico en el recinto, y entonces nace su vocación por la Medicina, y entonces decide volver a los estudios universitarios, esta vez no en la UASD, sino en el Instituto Tecnológico INTEC, y ahora el mundo del dibujo y las propagandas publicitarias serían sustituidos por el de las enfermedades y su cura.

Aprovecha su estancia en INTEC en la década de los 80 para  pertenecer al grupo musical dirigido por Roldán Mármol, y al Ballet liderado por la profesora Míriam Bello. Siempre que tuvo la oportunidad concursaba en festivales y aceptaba las ofertas de expresar su arte en diversas actividades.

La vida de esta mujer, de mirada profunda que resalta la fuerza de decisión que posee, ha gozado de grandes cambios y de etapas que brindan experiencias inolvidables. Una de las primeras fue el proyecto de bachata “Mariita, la Reina del Amargue” nacido entre 1991 y 1992 que la inserta de forma sorprendente a la farándula y el medio artístico. 

Entre las producciones de Mariita se pueden nombrar: “La pastelera”, “Amor de novela”, “Bachata amargue”, “Si el pecho abriera”, “Te quiero más que a nadie”, entre otras, siendo de mayor impacto “El pullaíto”, canción que narra un juego infantil y que relata haber sido inspirada en las palabras de un niño.

Agradece grandemente a su, en ese entonces, esposo y padre de su hijo Harold Rodríguez, José Rodríguez, quien le motiva a realizar el proyecto que sirvió de catapulta para lanzarla al reconocimiento del pueblo y la apertura de nuevas oportunidades y vivencias. Con un aire de optimismo, la nombrada “Bachatera de la Época” explica que con intenciones de aportar a la música de su pueblo y hacer del género un lazo con otras naciones se decía a sí misma: “Yo puedo ser una Selena con la bachata”.

La que creció en casa de músicos escuchando a Mozart, Beethoven, Frank Sinatra, Judy GarlandÖ recuerda sus travesuras con sonrisa pícara pintada en los labios y aquellas visitas, a escondidas de su madre, al cuarto de servicio, donde escuchaban Radio Guarachita, y su predilección por la canción “Dos rosas”, de Bernardo Ortiz. Estos son elementos que han marcado su existir.

Esta mezzosoprano considera el canto como el oxígeno que corre por sus venas. Cantar es su desahogo. Con cualquier sentimiento que le embargue toma su guitarra, el mapo de trapear o la escoba y deja que la música se vuelva su existir.

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SU ÚNICA RUTINA ES LA MÚSICA

La hija de Leonel Silfa y Ruth Finke de Silfa, nacida en Santo Domingo, expresa no ser amante de las matemáticas ni la rutina. “La única rutina que me gusta es sentirme tranquila en mi casa escuchando música”. Su día está adornado de sonidos y tiempo mezclados armónicamente, desde que abre los ojos hasta que los vuelve a abrir al día siguiente, porque hasta durmiendo debe tener una música puesta, de lo contrario no concilia el sueño. 

Es esta su dulce e inofensiva droga. Una de las habilidades de Silfa es colocar música a poemas que llegan a sus manos. Por esto Lourdes Batista, empresaria, periodista y escritora feminista, residente en Estados Unidos, le pide que musicalice alguna de sus obras poéticas. “Tomé la guitarra y me salió de arriba abajo la melodía de ése poema”. Y es así que surge la canción que encamina a la mujer hacia su realización y el abandono de un mundo machista que la resume en valor.

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