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Una afrenta a los símbolos patrios no se disfraza de libertad de expresión


El respeto no se consigue con un irrespeto!

Por Claudio Concepción

Por más que se intente justificar como un ejercicio de “derechos humanos” o “respeto” hacia una comunidad, el hecho de modificar el Himno Nacional de la República Dominicana para crear un supuesto “Himno Nacional Lésbico” no es, ni de lejos, un acto de legítima libertad de expresión. Es, sin matices, una afrenta a uno de los símbolos más sagrados de nuestra identidad nacional. Es repudiable!

La autora, Yoseli Castillo Fuertes, ha emitido un comunicado en redes sociales donde asegura que desconocía la existencia de la Ley 210-19, que sanciona este tipo de delitos, alegando que vive en un país donde no existen tales restricciones. Sin embargo, el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento, mucho menos cuando se trata de un acto que hiere el sentimiento patriótico de una nación entera.

El respeto a las minorías y a la diversidad no debe, bajo ninguna circunstancia, construirse sobre la falta de respeto a los símbolos que unen a un pueblo. El Himno Nacional no es propiedad de un grupo, ideología o persona; es patrimonio espiritual y moral de todos los dominicanos.

Las disculpas ofrecidas por Castillo llegan después de un evidente repudio social, pero, como dice la sabiduría popular, “cuando el palo está dado, nadie lo quita”. El daño simbólico ya está hecho y debe ser reparado no solo con palabras, sino con la aplicación de todo el peso de la ley. Un país que no defiende sus símbolos es un país que renuncia a su dignidad.

La Constitución de la República es clara: los signos patrios son intocables. Alterarlos es pisotear la memoria histórica y el espíritu de la dominicanidad. Por eso, más que disculpas, la nación espera consecuencias.

cariberdradio.com

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