Por Claudio Concepción/Editor
Conocer a Leonardo Aguilera es recordar una época de esplendor en la comunicación santiaguera. Corría la década de los 70 cuando él, con su estilo fresco y cercano, se convirtió en una de las voces más queridas de la radio bajo el sobrenombre de “El disc-jockey buena gente”. Mientras tanto, yo ejercía como cronista de arte en el periódico La Información. Desde entonces han pasado más de 50 años, y lo que ha caracterizado a Aguilera no ha cambiado: la cercanía de su trato y la disciplina de su trabajo.
El destino lo llevó lejos, hasta la Unión Soviética, donde se formó como economista y alcanzó un doctorado que más tarde pondría al servicio de nuestro país. Regresó a Santiago con un bagaje académico sólido y, además de ocupar funciones relevantes en la empresa privada, volvió a la comunicación, esta vez desde espacios de opinión y paneles que confirmaban su vocación de análisis y diálogo.
Hoy, la vida pública le vuelve a colocar en un lugar de trascendencia. El presidente Luis Abinader lo designó presidente del Banco de Reservas, en sustitución de Samuel Pereyra, quien a su vez ocupará la presidencia de la Refinería Dominicana de Petróleo (REFIDOMSA). Se trata de un movimiento importante en el tren gubernamental, y que pone sobre los hombros de Aguilera la responsabilidad de liderar la principal entidad financiera del Estado.
Lo cierto es que el doctor Aguilera ha demostrado en cada etapa de su vida pública ser un profesional probo, accesible y cercano, sin perder nunca esa esencia de “buena gente” que lo hizo popular desde la radio. Su paso por la Refinería Dominicana de Petróleo deja un historial de éxito y eficiencia, lo que permite augurar que en BanReservas su gestión será igual de productiva.
En un país donde la confianza en los servidores públicos suele ponerse en entredicho, figuras como Leonardo Aguilera representan la excepción que fortalece la esperanza. ¡Honor a quien honor merece!
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