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El anfiteatro de Puerto Plata clama por atención


Habíamos comentado hace algunas semanas en esta misma columna que Puerto Plata, joya del Atlántico y orgullo del turismo dominicano, no podía darse el lujo de descuidar uno de sus espacios culturales más emblemáticos: el anfiteatro de La Puntilla, ese hermoso escenario frente al mar, a un costado de la histórica Fortaleza San Felipe, que en los últimos años ha servido de plataforma para las más populares agrupaciones del merengue y otros géneros musicales, congregando a miles de personas en memorables conciertos.

Sin embargo, lo que debería ser un símbolo de modernidad y promoción artística, hoy clama por atención. Durante una visita a la ciudad por invitación de la Asociación de Locutores de Santiago y el Sindicato de Locutores de Puerto Plata “Carlos González”, recientemente, pudimos constatar de primera mano el estado de deterioro que afecta la estructura de este recinto cultural.

Las bases metálicas, corroídas por el salitre; desprendimientos de madera en los ribetes del escenario; y una evidente falta de mantenimiento general, dejan en el visitante una sensación de abandono, impropia de un lugar que forma parte de los paquetes turísticos que venden las agencias de viajes, y que es observado a diario por miles de turistas nacionales y extranjeros.

¿Dónde están las autoridades locales? ¿Dónde está el Ministerio de Turismo, el Ministerio de Cultura, el ayuntamiento municipal o el patronato que deba velar por este escenario?

No basta con tener un anfiteatro bien ubicado y con buena acústica; también es necesario preservarlo, protegerlo y mantenerlo digno, como lo están haciendo en otras áreas del casco urbano, donde las calles adoquinadas lucen limpias y remozadas, el museo Gregorio Luperón y la Casa de la Cultura ofrecen experiencias culturales valiosas y bien presentadas.

Puerto Plata no puede dejar morir esta “gallina de los huevos de oro”. Es tiempo de levantar la voz, más allá de las fotos de promoción, para que las instituciones correspondientes actúen con urgencia y devuelvan al anfiteatro de La Puntilla el esplendor que merece.

Una historia de afecto, respeto y memorias que trascienden la despedida  

El reciente fallecimiento de doña Altagracia Naranjo, nativa de Hato Mayor y madre de nuestro compañero, el periodista y abogado Marcelino Ozuna, ha conmovido a toda la familia de ACROARTE. Nuestra institución expresó oficialmente sus condolencias a través de un comunicado, gesto que también fue reflejado en las redes sociales por numerosos colegas y amigos.

En medio del profundo dolor que implica una pérdida tan irreparable, sabemos que a Marcelino lo acompaña también la paz interior que proviene de haber compartido intensamente la vida con su madre. La convirtió en diva, y la amó intensamente, le celebró con dedicación, ternura y admiración.

En cada gesto, en cada muestra de afecto, en cada viaje, visita o paseo, quedó grabada una huella de amor y respeto que fue visible también para el público, a través de imágenes, libros, historias, poemas: mensajes y anécdotas que llenaron las redes de luz y memorias entrañables.

Doña Altagracia fue, sin proponérselo, protagonista de una historia de cariño devoto, que hoy se transforma en legado. Acompañamos a Marcelino y a su familia con nuestras más sinceras muestras de solidaridad y afecto. ¡Que su alma descanse en paz!

cariberdradio.com

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