Autor Miguel De Jesús
Locutor y Abogado Dominicano
Llegué al centro de diversión donde se presentaba, él estaba en escena, esperé que terminara su primera de dos actuaciones y al bajar del escenario abrí mis brazos y pronuncie su nombre y él dijo el mío.
La última vez que nos vimos fue en el 2008 en la ciudad de Nueva York es decir teníamos 7 años sin renovar afectos y entre brisas ,risas, un tinto y humo de buenos cigarros filosofar encima de notas musicales y canciones que enamoran.
Nos abrazamos y así nos fuimos al camerino, comenzamos a recordar momentos compartidos, vividos y bebidos de una juventud disfrutada al máximo. No faltaron nombres de hembras que poblaron de pasion desenfrenada los 80s coronados de éxitos y gloria de buenas orquestas.
Se volvió loco cuando le mostré una foto de los dos de más de 30 años y le dije solo ha pasado el tiempo pero tú sigues igual, humilde y entregado a tus ideales de justicia, él sonreía mientras de nuevo me abrazaba.
Sus logros profesionales y económicos no lo han sacado de su Villa Altagracia adorada, su garganta es un fusil listo para defender los mejores intereses de la Patria, es el Sol que da calor al ritmo que como pueblo nos identifica ante el mundo.
Es bandera de alegría de un merengue hecho con calidad y respeto, es ejemplo del niño que al crecer entre cañaverales se hizo hombre en medio de precariedades, es el artista que predicando con el buen ejemplo aprendió a ser útil a la humanidad.
Es un promotor del amor pues cada canción que interpreta nos envuelve en la magia de un mundo mágico, con sus mensajes busca el bien colectivo, su voz permanece en la belleza de nuestros mares, montañas, pueblos y campos.
Es un caballero de honor, soñador de un mundo justo donde el derecho a la vida, alimentación, salud y educación sean los elementos en que se sustente la República tan amada, promovida y defendida por él.
Esa noche en que de nuevo nos encontramos, celebré la vida y la amistad disfrutando de sus merengues y baladas que traen a nuestras mentes recuerdos en que perdimos la cordura esperando después de la serenata, respuesta de madrugada frente a una “ventanita”.
Decirle al amigo, “vete y dile”, que “anoche hablamos de amor” y “hoy solo lastima de tanto amor” y como tu viajas, “si algún día la ves dile que me niego a creer que se fue”. Así me perdía entre sus canciones mientras disfrutaba de copas de un buen vino tinto junto a mi hermano Albert Marte.
Sus tonos convertidos en pétalos que acariciaban la madrugada ,su dulzura vistiendo cada inspiración, sus palabras de fe y amor a la vida me convirtieron en un hombre bendecido y agradecido de Dios por el privilegio de ser amigo de alguien tan especial que al dedicar este Momentito me basta con decir “Sergio Vargas, es más que un simple artista”.